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Esos días que desaparecen: Entre el Your name de Makoto Shinkai y el costumbrismo contemporáneo de Bastien Vivès, a cuyo dibujo rinde algo más que homenaje el autor, el debut en español de Timothé Le Boucher es una montaña rusa de emociones que sin partir de una premisa particularmente original, mantiene un pulso narrativo que impide soltarlo hasta un final que, inevitablemente, dejará marca en el lector.

 

Ventiladores Clyde: La obra magna de Seth ha tardado casi dos décadas en ver la luz, eterna inconclusa hasta recientemente, vuelve en toda su gloria de la mano de Salamandra Graphic, en una edición en tapa dura acompañada de un cofre de hermoso grosor (mejor que todo sea hermoso, porque el precio no le va a la zaga). Para quien conozca el universo narrativo de Seth, obsesionado en rastrear historias ficticias que le conecten a los años 20 y 30 de su Canadá natal, enamorado de las formas de vidas y las estéticas que la globalización hace desaparecer más rápido que la capa de ozono, encontrará en Ventiladores Clyde la muestra más completa del mismo. En apariencia la historia de un negocio familiar que realmente es una mirada a un tiempo ya desaparecido, desde los recuerdos de quien queda el último para contar una historia de una melancolía que uno creería demasiado real para ser ficticia.

 

Reiraku: Que Inio Asano es el padrino de una nueva sensibilidad en la escena manga actual ya nos venía confirmado tras la publicación de algunos de sus clásicos modernos (Buenas noches, Punpun, La chica a la orilla del mar, Nijigahara Holograph), pero no parece cansado de afianzar su posición, en este último cómic, desde lo que parece la narración autobiográfica -y casi un canto de cisne- de un autor de éxito pero igualmente quemado por una industria que no le comprende y a la que ya no sabe qué ofrecer.

 

Heroes en crisis: No voy a decir nada malo de Lindelof, pero no voy a decir nada bueno de Lindelof. De lo que sí podemos hablar es de ciertos parecidos entre Tom King y él, o sobre cómo ambos dominan la narrativa fragmentada y beben de la escuela a la que pertenece el otro. King lleva ya un tiempo entregando cada año 'el mejor cómic de superhéroes', así que empezamos a sospechar que no es casualidad. Cambió el concepto de familia superhéroica para siempre con La visión, tomó el relevó de Grant Morrison y sus cómics autoconscientes con Mr. Milagro y aquí nos traslada a una ambientación casi más parecida al neonoir televisivo de True Detective que a cualquier referencia del género. Un refugio para héroes traumatizados, un asesinato múltiple y muchas entrevistas por delante para saber qué ha pasado realmente.

 

La mentira y cómo la contamos: Historia de dos jóvenes y retrato generacional a un tiempo. Un reencuentro y puesta al día sobre unas cervezas que aúna los relatos que intercambiar con aquellos que se ocultan, que casi no se reconocen a unos mismos o que se les imponen y que no saben cómo gestionar. Porque es principalmente un relato sobre la permanente lucha por adaptarse al medio cuando uno ya está en guerra abierta para lograr aceptarse a uno mismo.

 

El mal camino: Si antes mencionábamos a Inio Asano como referente de una nueva generación de autores japoneses, mal estaría no hablar de Simon Hanselmann, que además de influenciar a buena parte de todos los que han venido detrás de él, ha conseguido hacer aparecer lectores donde antes no los había. Los cómics de Megg, Mogg y Búho son ya conocidos en el mund(ill)o entero, no en vano se los compara habitualmente con Los Simpsons, aunque estos nunca fueran tan cáusticos. Y es que es entre el consumo desaforado de drogas, la depresión crónica y las relaciones tóxicas donde se mueven los protagonistas de esta serie que, con su cuarto tomo canónico -se cuentan por decenas los fanzines y minicómics que amplían su universo-, pierde un poco del carácter de sitcom de los precedentes, protagonizados por historias cortas de carácter mayormente humorístico sin una linealidad muy definida, y se adentra sin embargo en lo que promete ser una saga río, con historias de mayor calado introspectivo y donde la comicidad sigue muy presente, pero también muy atada a la tragedia que los protagonistas tienen por vida.

 

Cómo traté de ser buena persona: A Ulli Llust la conocíamos por aquel Hoy es el último día del resto de tu vida, obra ciertamente extensa que abarcaba algunos de los años de juventud punk de la autora, una fuga hacia delante de ambientación road trip caracterizada por el consumo de drogas y los escarceos con la prostitución, bastante reminiscente de obras como Christiane F. o Diario de una adolescent', aunque no por ello menos real. En su segunda obra publicada en español Ulli nos narra sus años posteriores, ya huida de ese mundo, luchando por labrarse una carrera como artista, mientras mantiene una relación poliamorosa con una pareja que no le satisface sexualmente y otra que le maltrata, pivotando la narración como pivota ella entre el deseo, los prejuicios y la necesidad de cuidados.





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