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Fortalezas competitivas  y sectores clave en la exportación española

Las exportaciones españolas han crecido a un ritmo elevado en los últimos años, especialmente desde 2010, cuando más claramente se superan los logros de los demás países europeos, incluyendo Alemania. Ello ha contribuido a transformar el abultado déficit en el comercio de bienes y servicios registrado en 2007 en un superávit que podría alcanzar, durante 2013, al comercio de bienes tradicionalmente muy deficitario. Sin embargo, el equilibrio exterior logrado es frágil, pues se apoya en la delicada situación de la demanda interna que mantiene en niveles muy bajos las importaciones y estimula las exportaciones. Ante la imposibilidad de recurrir a una devaluación, solo cabe afianzar la competitividad en precio de los productos españoles conteniendo el alza de los salarios y aumentando la productividad (devaluación interna), así como ampliar la proyección internacional de nuestras mercancías y servicios, a través de una ambiciosa estrategia de innovación, y de una reforzada política de promoción exterior. Situándose en este escenario de tareas, hoy es más relevante que nunca definir bien las acciones que se deben emprender e identificar con precisión las fortalezas y las debilidades del patrón exportador de España, con el propósito de contribuir a orientar esa política de apoyo a la exportación. Esta es la finalidad del estudio que aquí se presenta. El libro comienza con una valoración de la fortaleza comparada de las exportaciones españolas desde el año 2000, que contrasta con el deterioro de su competitividad en precios, para después explorar por extenso cuatro claves explicativas que remiten a otros tantos puntos fuertes del tejido productivo español (productos y sectores, mercados, regiones y empresas). Más adelante se examina la política de promoción exterior -articulada desde la Secretaría de Estado de Comercio, con apoyo de la CEOE- para cerrar la obra con amplias conclusiones a las que se añaden diversas propuestas para reforzar la política de internacionalización de las empresas españolas. Las exportaciones españolas, guiadas en su avance siempre por las de bienes, crecieron a ritmo muy apreciable durante la primera década del actual siglo confirmando el vigor ya mostrado en las dos décadas anteriores, y en particular durante el decenio de 1990, lo que significa que anotan ya una larga trayectoria de brillante crecimiento. Las de bienes se incrementaron durante la última década a tasas superiores a la media de la UEM, doblando a las de Italia, Francia y Gran Bretaña. Pero su ascenso sobresale en los años posteriores a 2009, en los que iguala al de Alemania, contribuyendo a incrementar el PIB en más de dos puntos porcentuales anuales como media. Las exportaciones españolas no solo han aumentado por incrementos en el margen intensivo, como las de Italia y Francia, sino también por aumentos en el margen extensivo, es decir, la exportación de nuevos productos y/o a nuevos destinos, como también ha ocurrido en Alemania. Además, su progreso ha debido superar el obstáculo de una formidable pérdida de competitividad en costes y en precios derivada de un precario incremento en la productividad del trabajo. Se ha producido, así, una paradoja entre competitividad y productividad, o entre la competitividad revelada a través de las exportaciones y la competitividad medida a través de los precios. Esta aparente contradicción debe explicarse por diversas razones, bien por la singularidad y calidad de los productos españoles, bien por una concentración de las ventas exteriores en las grandes empresas que cosecharían mayores niveles y evoluciones más favorables de la productividad que el conjunto. Ambos aspectos parecen haber desempeñado un cierto papel sin que haya quedado bien establecido el que concierne a cada uno de ellos, por lo que se busca añadir alguna luz a este aspecto en los diversos capítulos de la obra que aquí se presenta, profundizando en las fortalezas de la economía española en productos y sectores, mercados de destino, regiones y empresas. El análisis contenido en este libro tiene una clara perspectiva sectorial, pero llega a los productos a través de los sectores y de la medición de la calidad y sofisticación media de sus producciones. Pues bien, el rasgo que merece resaltarse es que, en contra de la imagen aún difundida de un sector exterior anclado en el turismo, la competitividad de las exportaciones españolas se sustenta en un amplio elenco de sectores en el que resulta más difícil encontrar malos comportamientos que buenos. En efecto, si se prescinde de las manufacturas TIC, los demás sectores se han comportado aceptablemente en términos de exportación. Con todo, a través de una amplia batería de indicadores se distinguen, de forma clara, las estrellas de nuestra exportación: desde las ya muy afirmadas -automóviles, alimentos, bebidas y tabaco, metálicas básicas, caucho y plásticos y textil y confección- hasta las que muestran un rápido progreso -medicamentos, de forma destacada, pero también química o maquinaria agrícola e industrial-. Eso no significa que no quepan mejoras de relieve que las políticas de promoción e industrial -difícilmente separables- deban seguir impulsando. La solidez competitiva mostrada por las exportaciones españolas descansa en una elevada penetración en los países de la UEM, en particular en Francia, Alemania, Italia y Portugal, en donde superan la cuota que representan en el mundo. Sin embargo, gradualmente se han ido desplazando desde esta área hacia países emergentes con elevadas tasas de crecimiento, consiguiendo altas penetraciones en Marruecos y en Argelia, y de forma más moderada y desigual en los BRIC, Turquía, México y Corea (el conjunto denominado EAGLE), para lo que han recibido el impulso de los Planes Integrales de Desarrollo de Mercado (PIDM) realizados por la Secretaría de Estado de Comercio y el ICEX, en colaboración con la CEOE, que también se extienden a otros países. No obstante, este es un terreno que ofrece aún grandes oportunidades; basta comparar con lo logrado por otros países o comprobar que la mayor parte de los sectores exportadores clave basan sus ganancias de cuota en mercados tradicionales, no en los nuevos, destacando las dificultades que presentan los de Norteamérica. Se abre aquí un amplio espacio para la intensificación de la política de promoción exterior que debe seguir extendiendo los PIDM a más países. Cataluña y la Comunidad de Madrid, seguidas de la Comunidad Valenciana, el País Vasco, Galicia y Andalucía, son las Autonomías que encabezan y concentran las exportaciones en la mayoría de los sectores de actividad, especialmente aquellos destacados por su mayor vigor competitivo. Las tres de mayor nivel de renta por habitante de entre las citadas -Cataluña, Madrid y el País Vasco- responden de las exportaciones en los sectores de media-alta tecnología y de mayor sofisticación justificando la fortaleza competitiva alcanzada en ellos. Otras también lo hacen en segmentos específicos. Particularmente destacado es el ascenso de las exportaciones madrileñas impulsadas por el sector de los medicamentos. Esas tres mismas regiones, con saldos positivos en los intercambios con el resto de las regiones españolas y con el resto del mundo, respaldan también la notable expansión en el exterior de algunas producciones tradicionales -como las de alimentos o textil y confección- cuyo desarrollo debe mucho a Andalucía, Galicia y la Comunidad Valenciana. Como en los demás países, un selecto grupo de empresas de más de 250 trabajadores sostiene el incesante ascenso en la exportación española, al que, no obstante, se incorporan continuamente nuevas empresas de mediano y pequeño tamaño. Las grandes empresas poseen elevadas productividades, equiparables a las de los países más desarrollados y han sufrido un menor avance de sus costes laborales unitarios, merced a mayores incrementos de productividad. Los sectores que guían la exportación española, destacando por su competitividad, integran en mayor proporción este colectivo de grandes empresas comenzando por el de automoción y siguiendo por los de metálicas básicas, química y farmacia y alimentos, bebidas y tabaco. Asimismo es apreciable la contribución de maquinaria agrícola e industrial y otra maquinaria eléctrica. En varios de estos sectores, las empresas propiedad de extranjeros desempeñan un papel importante en la exportación. No solo la mayor parte de los sectores tradicionales sino también otros de intensidad tecnológica media y alta sorprenden por la fortaleza competitiva mostrada en los mercados exteriores. Esta base, unida a la de nuevo cuño que ofrece el desarrollo de empresas de servicios avanzados durante la reciente etapa expansiva, permite esperar que la década de 2010 destaque en la reciente historia económica española por un nuevo salto en la exportación que consolide su excelente trayectoria en las décadas anteriores. La política de promoción tiene una gran tarea por delante para asegurar que esto se consiga

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Las exportaciones españolas han crecido a un ritmo elevado en los últimos años, especialmente desde 2010, cuando más claramente se superan los logros de los demás países europeos, incluyendo Alemania. Ello ha contribuido a transformar el abultado déficit en el comercio de bienes y servicios registrado en 2007 en un superávit que podría alcanzar, durante 2013, al comercio de bienes tradicionalmente muy deficitario. Sin embargo, el equilibrio exterior logrado es frágil, pues se apoya en la delicada situación de la demanda interna que mantiene en niveles muy bajos las importaciones y estimula las exportaciones. Ante la imposibilidad de recurrir a una devaluación, solo cabe afianzar la competitividad en precio de los productos españoles conteniendo el alza de los salarios y aumentando la productividad (devaluación interna), así como ampliar la proyección internacional de nuestras mercancías y servicios, a través de una ambiciosa estrategia de innovación, y de una reforzada política de promoción exterior. Situándose en este escenario de tareas, hoy es más relevante que nunca definir bien las acciones que se deben emprender e identificar con precisión las fortalezas y las debilidades del patrón exportador de España, con el propósito de contribuir a orientar esa política de apoyo a la exportación. Esta es la finalidad del estudio que aquí se presenta. El libro comienza con una valoración de la fortaleza comparada de las exportaciones españolas desde el año 2000, que contrasta con el deterioro de su competitividad en precios, para después explorar por extenso cuatro claves explicativas que remiten a otros tantos puntos fuertes del tejido productivo español (productos y sectores, mercados, regiones y empresas). Más adelante se examina la política de promoción exterior -articulada desde la Secretaría de Estado de Comercio, con apoyo de la CEOE- para cerrar la obra con amplias conclusiones a las que se añaden diversas propuestas para reforzar la política de internacionalización de las empresas españolas. Las exportaciones españolas, guiadas en su avance siempre por las de bienes, crecieron a ritmo muy apreciable durante la primera década del actual siglo confirmando el vigor ya mostrado en las dos décadas anteriores, y en particular durante el decenio de 1990, lo que significa que anotan ya una larga trayectoria de brillante crecimiento. Las de bienes se incrementaron durante la última década a tasas superiores a la media de la UEM, doblando a las de Italia, Francia y Gran Bretaña. Pero su ascenso sobresale en los años posteriores a 2009, en los que iguala al de Alemania, contribuyendo a incrementar el PIB en más de dos puntos porcentuales anuales como media. Las exportaciones españolas no solo han aumentado por incrementos en el margen intensivo, como las de Italia y Francia, sino también por aumentos en el margen extensivo, es decir, la exportación de nuevos productos y/o a nuevos destinos, como también ha ocurrido en Alemania. Además, su progreso ha debido superar el obstáculo de una formidable pérdida de competitividad en costes y en precios derivada de un precario incremento en la productividad del trabajo. Se ha producido, así, una paradoja entre competitividad y productividad, o entre la competitividad revelada a través de las exportaciones y la competitividad medida a través de los precios. Esta aparente contradicción debe explicarse por diversas razones, bien por la singularidad y calidad de los productos españoles, bien por una concentración de las ventas exteriores en las grandes empresas que cosecharían mayores niveles y evoluciones más favorables de la productividad que el conjunto. Ambos aspectos parecen haber desempeñado un cierto papel sin que haya quedado bien establecido el que concierne a cada uno de ellos, por lo que se busca añadir alguna luz a este aspecto en los diversos capítulos de la obra que aquí se presenta, profundizando en las fortalezas de la economía española en productos y sectores, mercados de destino, regiones y empresas. El análisis contenido en este libro tiene una clara perspectiva sectorial, pero llega a los productos a través de los sectores y de la medición de la calidad y sofisticación media de sus producciones. Pues bien, el rasgo que merece resaltarse es que, en contra de la imagen aún difundida de un sector exterior anclado en el turismo, la competitividad de las exportaciones españolas se sustenta en un amplio elenco de sectores en el que resulta más difícil encontrar malos comportamientos que buenos. En efecto, si se prescinde de las manufacturas TIC, los demás sectores se han comportado aceptablemente en términos de exportación. Con todo, a través de una amplia batería de indicadores se distinguen, de forma clara, las estrellas de nuestra exportación: desde las ya muy afirmadas -automóviles, alimentos, bebidas y tabaco, metálicas básicas, caucho y plásticos y textil y confección- hasta las que muestran un rápido progreso -medicamentos, de forma destacada, pero también química o maquinaria agrícola e industrial-. Eso no significa que no quepan mejoras de relieve que las políticas de promoción e industrial -difícilmente separables- deban seguir impulsando. La solidez competitiva mostrada por las exportaciones españolas descansa en una elevada penetración en los países de la UEM, en particular en Francia, Alemania, Italia y Portugal, en donde superan la cuota que representan en el mundo. Sin embargo, gradualmente se han ido desplazando desde esta área hacia países emergentes con elevadas tasas de crecimiento, consiguiendo altas penetraciones en Marruecos y en Argelia, y de forma más moderada y desigual en los BRIC, Turquía, México y Corea (el conjunto denominado EAGLE), para lo que han recibido el impulso de los Planes Integrales de Desarrollo de Mercado (PIDM) realizados por la Secretaría de Estado de Comercio y el ICEX, en colaboración con la CEOE, que también se extienden a otros países. No obstante, este es un terreno que ofrece aún grandes oportunidades; basta comparar con lo logrado por otros países o comprobar que la mayor parte de los sectores exportadores clave basan sus ganancias de cuota en mercados tradicionales, no en los nuevos, destacando las dificultades que presentan los de Norteamérica. Se abre aquí un amplio espacio para la intensificación de la política de promoción exterior que debe seguir extendiendo los PIDM a más países. Cataluña y la Comunidad de Madrid, seguidas de la Comunidad Valenciana, el País Vasco, Galicia y Andalucía, son las Autonomías que encabezan y concentran las exportaciones en la mayoría de los sectores de actividad, especialmente aquellos destacados por su mayor vigor competitivo. Las tres de mayor nivel de renta por habitante de entre las citadas -Cataluña, Madrid y el País Vasco- responden de las exportaciones en los sectores de media-alta tecnología y de mayor sofisticación justificando la fortaleza competitiva alcanzada en ellos. Otras también lo hacen en segmentos específicos. Particularmente destacado es el ascenso de las exportaciones madrileñas impulsadas por el sector de los medicamentos. Esas tres mismas regiones, con saldos positivos en los intercambios con el resto de las regiones españolas y con el resto del mundo, respaldan también la notable expansión en el exterior de algunas producciones tradicionales -como las de alimentos o textil y confección- cuyo desarrollo debe mucho a Andalucía, Galicia y la Comunidad Valenciana. Como en los demás países, un selecto grupo de empresas de más de 250 trabajadores sostiene el incesante ascenso en la exportación española, al que, no obstante, se incorporan continuamente nuevas empresas de mediano y pequeño tamaño. Las grandes empresas poseen elevadas productividades, equiparables a las de los países más desarrollados y han sufrido un menor avance de sus costes laborales unitarios, merced a mayores incrementos de productividad. Los sectores que guían la exportación española, destacando por su competitividad, integran en mayor proporción este colectivo de grandes empresas comenzando por el de automoción y siguiendo por los de metálicas básicas, química y farmacia y alimentos, bebidas y tabaco. Asimismo es apreciable la contribución de maquinaria agrícola e industrial y otra maquinaria eléctrica. En varios de estos sectores, las empresas propiedad de extranjeros desempeñan un papel importante en la exportación. No solo la mayor parte de los sectores tradicionales sino también otros de intensidad tecnológica media y alta sorprenden por la fortaleza competitiva mostrada en los mercados exteriores. Esta base, unida a la de nuevo cuño que ofrece el desarrollo de empresas de servicios avanzados durante la reciente etapa expansiva, permite esperar que la década de 2010 destaque en la reciente historia económica española por un nuevo salto en la exportación que consolide su excelente trayectoria en las décadas anteriores. La política de promoción tiene una gran tarea por delante para asegurar que esto se consiga

Datos del producto

ISBN: 9788492737154
Publicación: 06/2013
Formato: Rústica
Idioma: Español
Número de páginas: 376

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