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Los velatorios (1886)

Cuadro de costumbres sociales.

Los velatorios (1886)

Los velatorios (1886)

Cuadro de costumbres sociales.


Aunando folklore, ciencia y literatura -a veces quinteriana-, el trabajo que
ahora se reedita sobre los velatorios, de los que su autor, por razón laboral,
conocía todos sus entresijos, constituye hoy un valioso exponente de las
raíces más profundas del sentir hispánico, que se hunde en el ancestral culto
al más allá, o, como en este caso, al paso de la vida a la muerte con su larga
serie de accidentes mundanos transmitidos por herencia natural, que
constituyen para la antropología un precioso venero informativo. Como explica
Herskovits, «la cultura llena y determina ampliamente el curso de nuestras
vidas, y, sin embargo, raramente se entremete en el pensamiento consciente».
El velatorio, _velorio_ o, sencillamente, _vela_ de difuntos se realizaba tras
la mortaja o preparación del cadáver para su posterior acomodo en la caja
donde había de ser conducido a la sepultura. Costumbre mortuoria ya en desuso
en las viviendas particulares al haberse desplazado a los actuales tanatorios,
las mujeres, antaño, se colocaban en la sala del muerto sentadas alrededor de
la cama, donde lloraban, rezaban y chismorreaban, mientras que los hombres, en
habitación aparte, fumaban y departían, a veces en divertida concurrencia,
entrando y saliendo por la más cercana puerta hacia la taberna. Todos
degustaban anises y pequeñas delicias de la repostería popular, nada
discordantes con el duelo. El autor narra hasta el mínimo detalle de aquellas
tristes veladas, en las que el chiste o el equívoco, incluso la broma
chocarrera, causaban, si cabe, mayores carcajadas entre los asistentes, o
donde haberes y herencias se conjugaban con la generosidad o tacañez de quien
era honrado de cuerpo presente.

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Aunando folklore, ciencia y literatura -a veces quinteriana-, el trabajo que
ahora se reedita sobre los velatorios, de los que su autor, por razón laboral,
conocía todos sus entresijos, constituye hoy un valioso exponente de las
raíces más profundas del sentir hispánico, que se hunde en el ancestral culto
al más allá, o, como en este caso, al paso de la vida a la muerte con su larga
serie de accidentes mundanos transmitidos por herencia natural, que
constituyen para la antropología un precioso venero informativo. Como explica
Herskovits, «la cultura llena y determina ampliamente el curso de nuestras
vidas, y, sin embargo, raramente se entremete en el pensamiento consciente».
El velatorio, _velorio_ o, sencillamente, _vela_ de difuntos se realizaba tras
la mortaja o preparación del cadáver para su posterior acomodo en la caja
donde había de ser conducido a la sepultura. Costumbre mortuoria ya en desuso
en las viviendas particulares al haberse desplazado a los actuales tanatorios,
las mujeres, antaño, se colocaban en la sala del muerto sentadas alrededor de
la cama, donde lloraban, rezaban y chismorreaban, mientras que los hombres, en
habitación aparte, fumaban y departían, a veces en divertida concurrencia,
entrando y saliendo por la más cercana puerta hacia la taberna. Todos
degustaban anises y pequeñas delicias de la repostería popular, nada
discordantes con el duelo. El autor narra hasta el mínimo detalle de aquellas
tristes veladas, en las que el chiste o el equívoco, incluso la broma
chocarrera, causaban, si cabe, mayores carcajadas entre los asistentes, o
donde haberes y herencias se conjugaban con la generosidad o tacañez de quien
era honrado de cuerpo presente.

Datos del producto

Editorial: Facediciones
ISBN: 9788499860022
Publicación: 12/2012
Formato: EBOOK PDF
DRM:
Idioma: Español

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