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La movilidad humana

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La movilidad humana


Recientemente, en agosto de 2016, el papa Francisco mediante un motu propio ha creado el Consejo Pontificio para la Pastoral de Emigrantes e Itinerante o el llamado Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral. En él marca el horizonte de la preocupación de la Iglesia por las migraciones y la movilidad humana. Dice: «En todo su ser y obrar, la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio. Este desarrollo se lleva a cabo mediante el cuidado de los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación. El sucesor del Apóstol Pedro, en su labor de promover estos valores, adapta continuamente los organismos que colaboran con él, de modo que puedan responder mejor a las exigencias de los hombres y las mujeres, a los que están llamados a servir. En modo particular, este Dicasterio será competente en las cuestiones que se refieren a las migraciones, los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura». Esto nos impulsa a recordar que es una verdad constatable que el flujo de inmigrantes va en aumento. Siempre ha existido. En la actualidad, está en aumento tanto en Europa como en otras zonas significativas del mundo. Podemos encontrarnos dentro del fenómeno migratorio con una emigración local y con otra intercontinental. Son muchos los escritos aparecidos sobre el tema durante las últimas décadas, pero pocos desde el ámbito de la ética y de la reflexión que procede desde la realidad y desde las periferias. El lector puede encontrar aquí algunas de estas experiencias de tipo humano, antropológica y moral.

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Recientemente, en agosto de 2016, el papa Francisco mediante un motu propio ha creado el Consejo Pontificio para la Pastoral de Emigrantes e Itinerante o el llamado Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral. En él marca el horizonte de la preocupación de la Iglesia por las migraciones y la movilidad humana. Dice: «En todo su ser y obrar, la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio. Este desarrollo se lleva a cabo mediante el cuidado de los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación. El sucesor del Apóstol Pedro, en su labor de promover estos valores, adapta continuamente los organismos que colaboran con él, de modo que puedan responder mejor a las exigencias de los hombres y las mujeres, a los que están llamados a servir. En modo particular, este Dicasterio será competente en las cuestiones que se refieren a las migraciones, los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura». Esto nos impulsa a recordar que es una verdad constatable que el flujo de inmigrantes va en aumento. Siempre ha existido. En la actualidad, está en aumento tanto en Europa como en otras zonas significativas del mundo. Podemos encontrarnos dentro del fenómeno migratorio con una emigración local y con otra intercontinental. Son muchos los escritos aparecidos sobre el tema durante las últimas décadas, pero pocos desde el ámbito de la ética y de la reflexión que procede desde la realidad y desde las periferias. El lector puede encontrar aquí algunas de estas experiencias de tipo humano, antropológica y moral.

Datos del producto

ISBN: 9788484407331
Publicación: 05/2017
Formato: Rústica
Idioma: Español
Número de páginas: 155

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