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Llego sábado 23

Correspondencia entre Ramón Barce y Elena Martín (1970 - 1977) y algunos recuerdos posteriores

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Correspondencia entre Ramón Barce y Elena Martín (1970 - 1977) y algunos recuerdos posteriores


Hay muchas maneras de preguntar por qué no hay luz. Se puede preguntar impertinentemente, como si de repente nos hubieran quitado algo que nos pertenece y reivindicásemos nuestro derecho de propiedad. Y se puede preguntar también agradecidos por el tiempo iluminado que pasamos y con la esperanza de que la luz venidera será más amplia y más intensa. Los que sabemos que antes que luz hubo negrura y olvido, que primero no fue el ser, sino el ocultamiento, los que sabemos que la vida vive huyendo del dolor, huyendo de la desesperación, huyendo de la nada, y que mientras huye vive, antes de preguntar damos las gracias. Me emociona la lucha de Elena y Ramón por mantenerse en la luz en medio de tanta oscuridad, en medio de una noche tan cerrada que ni dejaba proyectar las sombras sobre el suelo. Digo que me emociona no porque surja en mí una efervescencia sentimental que se perderá un poco más tarde cuando, después de cerrar las páginas del libro, vuelva a mi vida cotidiana. Me emociona porque me permite tomar clara conciencia del milagro de la vida, es decir, del amor, que surge sin causa ni consecuencia, sin principio ni final, sin motivo, sin porqué. Los físicos nos tratarán de convencer de que todo fue el resultado de los átomos y sus movimientos, y los psicólogos analizarán los procesos mentales que originaron aquellos comportamientos, y los neurólogos describirán el mapa de las corrientes nerviosas que activaron los músculos y los huesos. Creo que Elena y Ramón hacían algo menos pretencioso, más pequeño, más humano: huían del dolor y buscaban calor y acomodo. Me emociona la ausencia de orden y concierto en la vida que brota, como la mala hierba, entre las grietas del asfalto. Sí, el amor de entonces era como la mala hierba. Y se hizo la luz. Fue el día en que Ramón tomó conciencia de que no era posible reparar las fracturas, ni siquiera las de su propio cuerpo. Volvía para abandonarse en la vida que bullía en la juventud de Elena. Juan Antonio Valor Yébenes Facultad de Filosofía Universidad Complutense de Madrid

Sin stock 18.50 €

Hay muchas maneras de preguntar por qué no hay luz. Se puede preguntar impertinentemente, como si de repente nos hubieran quitado algo que nos pertenece y reivindicásemos nuestro derecho de propiedad. Y se puede preguntar también agradecidos por el tiempo iluminado que pasamos y con la esperanza de que la luz venidera será más amplia y más intensa. Los que sabemos que antes que luz hubo negrura y olvido, que primero no fue el ser, sino el ocultamiento, los que sabemos que la vida vive huyendo del dolor, huyendo de la desesperación, huyendo de la nada, y que mientras huye vive, antes de preguntar damos las gracias. Me emociona la lucha de Elena y Ramón por mantenerse en la luz en medio de tanta oscuridad, en medio de una noche tan cerrada que ni dejaba proyectar las sombras sobre el suelo. Digo que me emociona no porque surja en mí una efervescencia sentimental que se perderá un poco más tarde cuando, después de cerrar las páginas del libro, vuelva a mi vida cotidiana. Me emociona porque me permite tomar clara conciencia del milagro de la vida, es decir, del amor, que surge sin causa ni consecuencia, sin principio ni final, sin motivo, sin porqué. Los físicos nos tratarán de convencer de que todo fue el resultado de los átomos y sus movimientos, y los psicólogos analizarán los procesos mentales que originaron aquellos comportamientos, y los neurólogos describirán el mapa de las corrientes nerviosas que activaron los músculos y los huesos. Creo que Elena y Ramón hacían algo menos pretencioso, más pequeño, más humano: huían del dolor y buscaban calor y acomodo. Me emociona la ausencia de orden y concierto en la vida que brota, como la mala hierba, entre las grietas del asfalto. Sí, el amor de entonces era como la mala hierba. Y se hizo la luz. Fue el día en que Ramón tomó conciencia de que no era posible reparar las fracturas, ni siquiera las de su propio cuerpo. Volvía para abandonarse en la vida que bullía en la juventud de Elena. Juan Antonio Valor Yébenes Facultad de Filosofía Universidad Complutense de Madrid

Datos del producto

ISBN: 9788438105122
Publicación: 05/2018
Formato: Rústica
Idioma: Español
Número de páginas: 340

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