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Dos gauchos retrucadores

Dos gauchos retrucadores


En el estudio de Rafael Bonilla no carecen de interés las referencias de las que se deduce que en Hispanoamérica nadie precedió a Estanislao del Campo a la hora de acusar el impacto del Fausto de Goethe, aunque sólo fuese a través de la versión italiana de la mencionada ópera francesa de Gounod. Pero lo verdaderamente atractivo es su tesis –consecuente con la variedad de los ecos detectados– de que en su obra más importante el poeta argentino no se preocupó tanto de encarecer la ignorancia de sus gauchos como de subrayar sus propias lecturas, a riesgo de convertir al Pollo en un hombre letrado, muy consciente de lo que ha visto en el Teatro Colón y de la farsa que representa ante Laguna. Tal relectura encuentra apoyo en el desdoblamiento del narrador en personajes que alternan sus papeles de relator y de auditorio para contar y comentar los hechos vistos en el teatro –sobre todo, pues no son los únicos–, pretexto para esa confusión de los planos de la realidad y de la literatura en la que Rafael Bonilla no cree porque no cree en la ingenuidad de esos personajes: prefiere reducir su diálogo a un juego de engaños mutuos entre esos dos «retrucadores» en que ahora se han convertido Laguna y el Pollo, y en el que este último puede replicar a las bromas de su amigo e incluso embromar a los lectores o espectadores con ayuda de sus experiencias de juglar, popular y culto a la vez, y de sus conocimientos del romanticismo alemán, lo que le habría permitido transformar en mojiganga la ópera vista en el teatro y ahora escenificada por él al aire libre.

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En el estudio de Rafael Bonilla no carecen de interés las referencias de las que se deduce que en Hispanoamérica nadie precedió a Estanislao del Campo a la hora de acusar el impacto del Fausto de Goethe, aunque sólo fuese a través de la versión italiana de la mencionada ópera francesa de Gounod. Pero lo verdaderamente atractivo es su tesis –consecuente con la variedad de los ecos detectados– de que en su obra más importante el poeta argentino no se preocupó tanto de encarecer la ignorancia de sus gauchos como de subrayar sus propias lecturas, a riesgo de convertir al Pollo en un hombre letrado, muy consciente de lo que ha visto en el Teatro Colón y de la farsa que representa ante Laguna. Tal relectura encuentra apoyo en el desdoblamiento del narrador en personajes que alternan sus papeles de relator y de auditorio para contar y comentar los hechos vistos en el teatro –sobre todo, pues no son los únicos–, pretexto para esa confusión de los planos de la realidad y de la literatura en la que Rafael Bonilla no cree porque no cree en la ingenuidad de esos personajes: prefiere reducir su diálogo a un juego de engaños mutuos entre esos dos «retrucadores» en que ahora se han convertido Laguna y el Pollo, y en el que este último puede replicar a las bromas de su amigo e incluso embromar a los lectores o espectadores con ayuda de sus experiencias de juglar, popular y culto a la vez, y de sus conocimientos del romanticismo alemán, lo que le habría permitido transformar en mojiganga la ópera vista en el teatro y ahora escenificada por él al aire libre.

Datos del producto

ISBN: 9788497171212
Publicación: 05/2010
Formato: Rústica
Idioma: Español
Número de páginas: 224

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