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DIMENSIONES RELIGIOSAS DE LA EUROPA DEL SUR (1800-1875)

DIMENSIONES RELIGIOSAS DE LA EUROPA DEL SUR (1800-1875)

DIMENSIONES RELIGIOSAS DE LA EUROPA DEL SUR (1800-1875)


Cronológicamente, el punto de partida del libro bien se puede emplazar en la Guerra de Independencia librada entre los patriotas españoles y el ejército napoleónico. Es precisamente en este episodio en el que se enmarca la contribución de Emanuele Marco Omes en torno a los significados de determinadas ceremonias en honor de José I o de su hermano, el emperador (caso, por ejemplo, del culto a San Napoleón). Más adelante, el Trienio Liberal es abordado específicamente por Gérard Dufour y por Elisabel Larriba con sendos estudios sobre la prensa, que revelan la utilidad de este medio para lograr un mejor conocimiento de las diferentes posiciones con que se abordó en aquella interesante coyuntura la cuestión religiosa (que se delinea claramente entonces, aunque con unos rasgos muy distintos a otras etapas posteriores de gran confrontación entre liberales y absolutistas o entre republicanos y monárquicos, como El Sexenio democrático o la II República). Los dos periódicos estudiados son el Diario constitucional de Barcelona y El Censor. También la aportación de la historiadora del ISCTE-IUL de Lisboa, Fátima Sá e Melo Ferreira se emparenta con las anteriores, tanto desde el punto de vista cronológico, pues tiene como centro el agitado periodo de la historia portuguesa en que, como ocurriera en la vecina España, los liberales también se hicieron cargo del poder (1820-1823), como por el recurso a la religión para combatir al liberalismo, como se aprecia en sermones predicados en aquel tiempo, como los de José Agostinho de Macedo que la autora analiza para sopesar el recurso a conceptos como regeneración y revolución. La documentación vaticana constituye una fuente fundamental en los estudios sobre la problemática religiosa tanto en el periodo acotado en nuestro proyecto de investigación, como para otros periodos y coyunturas históricas. Es justamente ese acervo documental el que Maximiliano Barrio utiliza para aportar nuevos conocimientos en torno a la política seguida por el Vaticano en España y, en particular, sobre la actuación del Nuncio, Giustiniani, cuya gestión aborda en esta ocasión de un modo íntegro, no limitándose al Trienio Liberal[6], sino comprendiendo también los años posteriores hasta su relevo en 1827 durante los cuales el representante pontificio colaboró activamente con el gobierno de Fernando de VII reforzando su línea marcadamente antiliberal. Ángel de Prado, por su parte, retomando el argumento que ya había desarrollado en el proyecto anterior, como era el de las actividades del Santo Oficio entre 1814 y 1820, se ocupa del periodo inmediatamente posterior sacando a la luz las grandes presiones que se ejercieron sobre la Corte, ya desde el verano de 1823, para que dicho tribunal fuera restablecido y explora, asimismo el poco conocido asunto de las Juntas de Fe establecidas, precisamente, para suplir la acción represora de los tribunales inquisitoriales. Las aportaciones de Ester García Moscardó, de Rafael Serrano García y de Alexandre Dupont se emplazan en un periodo posterior, el de las décadas de 1860-1870, y abordan diferentes tipos de discursos religiosos. En el caso de García Moscardó su atención se concentra sobre el peculiar político y escritor republicano Roque Barcia, uno de los mejores ejemplos españoles de la corriente del republicanismo que buscaba hacer compatible el ideal democrático con el cristianismo, desempeñando un papel esencial en esa creencia la pasión redentora de Cristo. Serrano García, por su parte se ocupa del que fue el poeta español más popular durante el siglo XIX, José Zorrilla, para contrastar las opiniones religiosas expresadas en un largo poema, titulado “La inteligencia” escrito al regreso de su larga estancia en Méjico, con la valoración dominante del escritor vallisoletano como un autor aferrado al tiempo viejo y a un enfoque muy reaccionario de la religión católica y de la identidad nacional. Dupont, en fin, tomando como pie la circulación internacional de la obra de Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, se ocupa de estudiar la organización transnacional del neocatolicismo y de sus alianzas –pero también diferencias-, con los legitimismos en torno a la década de 1870, proporcionando a estos últimos, tanto en Francia como en España, una influencia renovada sobre las masas católicas a la vez que el pueblo cobraba un importante papel en el pensamiento contrarrevolucionario[7]. Otro bloque de aportaciones se refiere a las devociones religiosas, las de Francisco Javier Ramón Soláns, de Daniele Menozzi y de Maria Paiano. En el primer caso, su autor se ocupa de la eclosión de santuarios marianos en el orbe católico a partir de que las apariciones de la Virgen, en Lourdes, en 1858 convirtieran a esta pequeña localidad pirenaica en el centro por excelencia de las peregrinaciones marianas y lugar de experimentación de nuevas formas de movilización y adoctrinamiento de los fieles. Adoptando también un enfoque transnacional, el objetivo último del autor consiste en estudiar el impacto del modelo de Lourdes en el desarrollo de una movilización de masas católicas en España, en el último tercio del siglo XIX, un proceso que se quiso replicar con la organización de multitudinarias peregrinaciones o romerías a lugares de culto como El Pilar, en Zaragoza, Begoña o Montserrat. La contribución de Daniele Menozzi entronca muy bien con la anterior en el sentido de que se centra en la devoción a la Inmaculada Concepción, definida como dogma por el papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854 y en la intención, muy bien documentada, del pontífice, de ligar dicha definición dogmática a la censura de los errores modernos, pese a que, finalmente, no se reunieran ambos aspectos en un único documento pontificio. En el texto se sigue de cerca todo el proceso, presidido por la idea de convertir a María, libre del pecado original, en un potente símbolo frente a la creciente heterodoxia. María Paiano, por último, se ocupa de una vertiente del movimiento asociativo católico, en concreto, de la Società della Gioventù Cattolica italiana, surgida en una coyuntura crítica para la suerte del catolicismo en Italia, la de finales de la década de 1860 y comienzos de la siguiente al objeto de profundizar en su espiritualidad en la que la devoción al papa y a sus defensores caídos en batallas como la de Castelfidardo cobraron singular importancia haciendo que sus miembros adoptaran el modelo de Miles Christi, lo que no les llevó, sin embargo, a salirse del plano de la legalidad, primando actividades como la oración o la organización de celebraciones religiosas para ir al encuentro de sus objetivos. Bien es verdad que en esta ocasión hemos procurado dar a este empeño editorial un enfoque más amplio, de forma que pudieran tener en él cabida otras expresiones de la problemática religiosa (tan marcada por los retos que planteaba la secularización) en los Estados del sur de Europa en la época considerada, razón por la cual hemos optado por titular la presente obra de un modo más general e inclusivo, como Dimensiones religiosas de la Europa del Sur, 1800-1875. Y es que, en efecto, al lado de contribuciones que se ajustan de manera bastante precisa a los términos con que oficialmente figuraba el proyecto, hemos creído interesante el incorporar estudios en torno, por ejemplo, a la asistencia social en España, incidiendo especialmente sobre el proceso de secularización que aquella experimentó a todo lo largo del siglo XIX, como hace Elena Maza en el trabajo que aporta. Su trabajo permite, por lo demás, ampliar la panoplia discursiva que aquí nos interesa estudiar, teniendo en cuenta el peso que la iglesia tradicionalmente había ejercido sobre la colectividad en materias tan sensibles como el cuidado de los enfermos y desvalidos. O estudios sobre una faceta de la acción del Estado que se erigió en un espacio de confrontación entre neocatólicos y liberales, como fue la instrucción pública, abordada por Mario Bedera, quien ha elegido para ello un periodo de la historia española particularmente apropiado, como es el Sexenio Democrático. Otros autores, como Giovanni Vian, en su texto sobre la iglesia católica en el territorio italiano del Véneto ?sujeto, durante buena parte de este periodo a la dominación austriaca, aunque no inmune en absoluto a las tensiones que entre los fieles y el propio clero veneciano produjo el Risorgimento? han optado por llevar a cabo un estudio de conjunto, referido a los dos primeros tercios del siglo XIX, de la medida en que el cambiante panorama sociopolítico reinante en Europa y en Italia tuvo su reflejo tanto en las directrices doctrinales o de disciplina marcadas por los sucesivos titulares del Patriarcado de Venecia, así como de los comportamientos del clero y de los fieles. También Ramón Maruri, por el planteamiento temporal que adopta, sobre un periodo de unos 150 años y por el hecho de arrancar del Antiguo Régimen para terminar en el periodo de la Restauración, ya a comienzos del siglo XX, firma un trabajo que se singulariza en este libro. En él, apoyándose en las visitas ad limina practicadas por los obispos de la diócesis de Santander entre 1754 y 1901, estudia la evolución y, más aún, las constantes –en su marcada intransigencia? que cabe observar en el pensamiento de los titulares de dicha diócesis al tener que enfrentarse con coyunturas ideológico-políticas que suponían un reto a las posiciones de la Iglesia católica. Pese a esta variedad temática y a la exploración de otras expresiones de lo religioso en la Europa del siglo XIX, existe un hilo conductor que enlaza estos trabajos con los anteriores y es el de abordar el estudio de otras manifestaciones discursivas y otros productores de discursos articulados en torno a lo religioso.

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Cronológicamente, el punto de partida del libro bien se puede emplazar en la Guerra de Independencia librada entre los patriotas españoles y el ejército napoleónico. Es precisamente en este episodio en el que se enmarca la contribución de Emanuele Marco Omes en torno a los significados de determinadas ceremonias en honor de José I o de su hermano, el emperador (caso, por ejemplo, del culto a San Napoleón). Más adelante, el Trienio Liberal es abordado específicamente por Gérard Dufour y por Elisabel Larriba con sendos estudios sobre la prensa, que revelan la utilidad de este medio para lograr un mejor conocimiento de las diferentes posiciones con que se abordó en aquella interesante coyuntura la cuestión religiosa (que se delinea claramente entonces, aunque con unos rasgos muy distintos a otras etapas posteriores de gran confrontación entre liberales y absolutistas o entre republicanos y monárquicos, como El Sexenio democrático o la II República). Los dos periódicos estudiados son el Diario constitucional de Barcelona y El Censor. También la aportación de la historiadora del ISCTE-IUL de Lisboa, Fátima Sá e Melo Ferreira se emparenta con las anteriores, tanto desde el punto de vista cronológico, pues tiene como centro el agitado periodo de la historia portuguesa en que, como ocurriera en la vecina España, los liberales también se hicieron cargo del poder (1820-1823), como por el recurso a la religión para combatir al liberalismo, como se aprecia en sermones predicados en aquel tiempo, como los de José Agostinho de Macedo que la autora analiza para sopesar el recurso a conceptos como regeneración y revolución. La documentación vaticana constituye una fuente fundamental en los estudios sobre la problemática religiosa tanto en el periodo acotado en nuestro proyecto de investigación, como para otros periodos y coyunturas históricas. Es justamente ese acervo documental el que Maximiliano Barrio utiliza para aportar nuevos conocimientos en torno a la política seguida por el Vaticano en España y, en particular, sobre la actuación del Nuncio, Giustiniani, cuya gestión aborda en esta ocasión de un modo íntegro, no limitándose al Trienio Liberal[6], sino comprendiendo también los años posteriores hasta su relevo en 1827 durante los cuales el representante pontificio colaboró activamente con el gobierno de Fernando de VII reforzando su línea marcadamente antiliberal. Ángel de Prado, por su parte, retomando el argumento que ya había desarrollado en el proyecto anterior, como era el de las actividades del Santo Oficio entre 1814 y 1820, se ocupa del periodo inmediatamente posterior sacando a la luz las grandes presiones que se ejercieron sobre la Corte, ya desde el verano de 1823, para que dicho tribunal fuera restablecido y explora, asimismo el poco conocido asunto de las Juntas de Fe establecidas, precisamente, para suplir la acción represora de los tribunales inquisitoriales. Las aportaciones de Ester García Moscardó, de Rafael Serrano García y de Alexandre Dupont se emplazan en un periodo posterior, el de las décadas de 1860-1870, y abordan diferentes tipos de discursos religiosos. En el caso de García Moscardó su atención se concentra sobre el peculiar político y escritor republicano Roque Barcia, uno de los mejores ejemplos españoles de la corriente del republicanismo que buscaba hacer compatible el ideal democrático con el cristianismo, desempeñando un papel esencial en esa creencia la pasión redentora de Cristo. Serrano García, por su parte se ocupa del que fue el poeta español más popular durante el siglo XIX, José Zorrilla, para contrastar las opiniones religiosas expresadas en un largo poema, titulado “La inteligencia” escrito al regreso de su larga estancia en Méjico, con la valoración dominante del escritor vallisoletano como un autor aferrado al tiempo viejo y a un enfoque muy reaccionario de la religión católica y de la identidad nacional. Dupont, en fin, tomando como pie la circulación internacional de la obra de Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, se ocupa de estudiar la organización transnacional del neocatolicismo y de sus alianzas –pero también diferencias-, con los legitimismos en torno a la década de 1870, proporcionando a estos últimos, tanto en Francia como en España, una influencia renovada sobre las masas católicas a la vez que el pueblo cobraba un importante papel en el pensamiento contrarrevolucionario[7]. Otro bloque de aportaciones se refiere a las devociones religiosas, las de Francisco Javier Ramón Soláns, de Daniele Menozzi y de Maria Paiano. En el primer caso, su autor se ocupa de la eclosión de santuarios marianos en el orbe católico a partir de que las apariciones de la Virgen, en Lourdes, en 1858 convirtieran a esta pequeña localidad pirenaica en el centro por excelencia de las peregrinaciones marianas y lugar de experimentación de nuevas formas de movilización y adoctrinamiento de los fieles. Adoptando también un enfoque transnacional, el objetivo último del autor consiste en estudiar el impacto del modelo de Lourdes en el desarrollo de una movilización de masas católicas en España, en el último tercio del siglo XIX, un proceso que se quiso replicar con la organización de multitudinarias peregrinaciones o romerías a lugares de culto como El Pilar, en Zaragoza, Begoña o Montserrat. La contribución de Daniele Menozzi entronca muy bien con la anterior en el sentido de que se centra en la devoción a la Inmaculada Concepción, definida como dogma por el papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854 y en la intención, muy bien documentada, del pontífice, de ligar dicha definición dogmática a la censura de los errores modernos, pese a que, finalmente, no se reunieran ambos aspectos en un único documento pontificio. En el texto se sigue de cerca todo el proceso, presidido por la idea de convertir a María, libre del pecado original, en un potente símbolo frente a la creciente heterodoxia. María Paiano, por último, se ocupa de una vertiente del movimiento asociativo católico, en concreto, de la Società della Gioventù Cattolica italiana, surgida en una coyuntura crítica para la suerte del catolicismo en Italia, la de finales de la década de 1860 y comienzos de la siguiente al objeto de profundizar en su espiritualidad en la que la devoción al papa y a sus defensores caídos en batallas como la de Castelfidardo cobraron singular importancia haciendo que sus miembros adoptaran el modelo de Miles Christi, lo que no les llevó, sin embargo, a salirse del plano de la legalidad, primando actividades como la oración o la organización de celebraciones religiosas para ir al encuentro de sus objetivos. Bien es verdad que en esta ocasión hemos procurado dar a este empeño editorial un enfoque más amplio, de forma que pudieran tener en él cabida otras expresiones de la problemática religiosa (tan marcada por los retos que planteaba la secularización) en los Estados del sur de Europa en la época considerada, razón por la cual hemos optado por titular la presente obra de un modo más general e inclusivo, como Dimensiones religiosas de la Europa del Sur, 1800-1875. Y es que, en efecto, al lado de contribuciones que se ajustan de manera bastante precisa a los términos con que oficialmente figuraba el proyecto, hemos creído interesante el incorporar estudios en torno, por ejemplo, a la asistencia social en España, incidiendo especialmente sobre el proceso de secularización que aquella experimentó a todo lo largo del siglo XIX, como hace Elena Maza en el trabajo que aporta. Su trabajo permite, por lo demás, ampliar la panoplia discursiva que aquí nos interesa estudiar, teniendo en cuenta el peso que la iglesia tradicionalmente había ejercido sobre la colectividad en materias tan sensibles como el cuidado de los enfermos y desvalidos. O estudios sobre una faceta de la acción del Estado que se erigió en un espacio de confrontación entre neocatólicos y liberales, como fue la instrucción pública, abordada por Mario Bedera, quien ha elegido para ello un periodo de la historia española particularmente apropiado, como es el Sexenio Democrático. Otros autores, como Giovanni Vian, en su texto sobre la iglesia católica en el territorio italiano del Véneto ?sujeto, durante buena parte de este periodo a la dominación austriaca, aunque no inmune en absoluto a las tensiones que entre los fieles y el propio clero veneciano produjo el Risorgimento? han optado por llevar a cabo un estudio de conjunto, referido a los dos primeros tercios del siglo XIX, de la medida en que el cambiante panorama sociopolítico reinante en Europa y en Italia tuvo su reflejo tanto en las directrices doctrinales o de disciplina marcadas por los sucesivos titulares del Patriarcado de Venecia, así como de los comportamientos del clero y de los fieles. También Ramón Maruri, por el planteamiento temporal que adopta, sobre un periodo de unos 150 años y por el hecho de arrancar del Antiguo Régimen para terminar en el periodo de la Restauración, ya a comienzos del siglo XX, firma un trabajo que se singulariza en este libro. En él, apoyándose en las visitas ad limina practicadas por los obispos de la diócesis de Santander entre 1754 y 1901, estudia la evolución y, más aún, las constantes –en su marcada intransigencia? que cabe observar en el pensamiento de los titulares de dicha diócesis al tener que enfrentarse con coyunturas ideológico-políticas que suponían un reto a las posiciones de la Iglesia católica. Pese a esta variedad temática y a la exploración de otras expresiones de lo religioso en la Europa del siglo XIX, existe un hilo conductor que enlaza estos trabajos con los anteriores y es el de abordar el estudio de otras manifestaciones discursivas y otros productores de discursos articulados en torno a lo religioso.

Datos del producto

ISBN: 9788484489818
Publicación: 11/2018
Formato: Rústica
Idioma: Español
Número de páginas: 350

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