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Mundo libelista - Entrevistas Libelista

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Mabel Lozano (Villaluenga, 1967) es modelo, actriz de cine y televisión, documentalista y ahora también escritora. Su debut literario lleva por título El proxeneta, editado por AlRevés, una historia sobre prostitución i tráfico de drogas, narrada por "el Músico", un proxeneta madrileño. Carla Mallol ha entrevistado a la autora del libro.

EL PROXENETA

Mabel Lozano cuenta por primera vez la verdadera historia de lo que hay detrás de la prostitución de la mano de un testigo privilegiado, Miguel, apodado el Músico, un proxeneta que ha confesado con pelos y señales cómo ha evolucionado el negocio de la prostitución en España y todo el mundo, desde principios de los años noventa hasta hoy, con el lucro de la trata y secuestro de mujeres de deuda a las que su única salida era la prostitución.

El Músico pasó de portero de un club a los diecisiete años, donde conoció a sus dos futuros socios —un camarero y un macarra—, a ser un todopoderoso jefe de la mafia y dueño de doce de los macroburdeles más importantes de España. Nada más y nada menos que capo de una red organizada y sin escrúpulos con un único objetivo: exprimir crónicamente a mujeres de todo el mundo —más de 1.700, incluido menores— para que se prostituyeran y les reportaran sumas insospechadas de beneficios.

Sexo, corrupción, asesinatos, trata de seres humanos, lavado de dinero, secuestros, extorsiones. La historia real de hechos probados en sentencias firmes sobre los más importantes proxenetas de nuestro país. Un relato jamás contado, apasionante y único sobre el crimen organizado que mueve los hilos de la prostitución.

 

CM: Hace unos pocos meses, publicabas tu primer libro, El proxeneta. Después de una larga trayectoria como documentalista, decides haces un giro profesional. Otro, de hecho. Antes de dedicarte al cine documental, habías trabajado en el periodismo televisivo. 

ML: Este giro viene de hace ya 12 años. Probablemente si hubiera tenido referente de mujeres cineastas cuando era pequeña hubiera elegido esta profesión, pero me faltaban estos referentes. Tomé mi decisión de hacer cine al mismo tiempo que mi activismo, trabajando en un proyecto llamado Esperanza, donde conocí a una víctima de trata. Hace 12 años, Irina, una chica rusa me explicaba en primera persona su viaje al horror. Esa historia para mí fue un antes y un después. Entonces muy poco se sabía de la trata pero empecé primer documental, Voces contra la trata. Es lo que tiene el cine social, que te transforma, te saca de tu círculo de confort. 

 

CM: Y desde entonces ha sido el leitmotiv de tus trabajos...

ML: Exacto. La espina dorsal de mi cine es la figura de la mujer y los derechos humanos. Pero la trata es un referente en mi carrera, tanto como cineasta como activista. Voces contra la trata fue el primero pero hubo más. Por ejemplo, en 2015 estrené Chicas nuevas 24 horas, dónde ponía de manifiesto lo que es la trata: a parte de un delito es un negocio. 

 

CM: Y el siguiente proyecto, un libro. ¿Cómo surgió?

ML: Fruto de una casualidad: una llamada de teléfono. Hace un par de años apareció en mi vida Miguel, “El Músico”. Me busca él a mí, no yo a él. Desde hace años colabora en el desmantelamiento de redes de trata y quería contar su historia. Pero Miguel no quería contar su propia historia sino la de las víctimas. Yo, en cambio, quería escucharle a él. Quería saber cómo es un proxeneta. Hay un gran desconocimiento hacia los tratantes, los proxenetas: jamás se habla de ellos. No sabemos nada de los verdugos. Ellos son los que señalan, pero nunca los vemos; siempre se esconden. Y, fruto de un sinfín de conversaciones durante dos años, nace este libro. Un libro dónde cuento su historia: la cuento en primera persona, pero en él aporto también mi experiencia de doce años como documentalista y activista en contra de la trata. Es la historia de un proxeneta condenado y sentenciado, que ha cumplido su condena y, por lo tanto, todo lo que cuenta el libro está bajo sentencias firmes.

 

CM: El verdugo sigue siendo verdugo, pero aun así cuenta su historia. ¿Cómo conseguiste el distanciamiento suficiente, el término medio entre la compasión o la justificación y la demonización?

ML: No fue fácil; tuve que hacer mi propio proceso. Después de tantos años trabajando contra la trata, es muy difícil no demonizar a quienes deshumanizan a tantas y tantas mujeres, a quienes son capaces de verlas como máquinas registradoras y no como personas. Y su lenguaje es de una violencia salvaje. Aun así, no lo podía justificar ni tampoco demonizar. Cada lector tendrá que sacar sus propias conclusiones. Por otro lado, sin querer justificarlo, me parece que él ha sido también una víctima, desde su infancia. Él también se quedó pillado por la prostitución; desde el momento en que entró en el primer club, se quedó atrapado en las luces de neón, sin ver más allá de eso. Pero pudiendo haberse quedado allí, no lo hizo y emprendió un camino tortuoso. Y me parece una decisión muy valiente. Con este libro, pone en riesgo su propia vida.

 

CM: Dos años codo con codo, escuchando su historia. ¿Cómo describirías el proceso de escritura?

ML: Intenso. Nuestra relación ha ido evolucionando y ahora, después de dos años, es de amistad. Pero al principio me costaba muchísimo. Sin embargo, dos años da para muchas conversaciones. Él quería compartir los testimonios de las víctimas de trata que recordaba para romper clichés y estereotipos de mujeres de vida alegre. Él quería hablarme de las víctimas pero yo sólo quería saber cómo era él. No quería que me hablara de ellas: yo ya conocía a cientos de víctimas de trata. Quería dar respuesta a mis preguntas: ¿Qué puede llevar a alguien a comprar y vender a otro ser humano como si fuera un trozo de carne? ¿Cómo es un esclavista? ¿Qué piensa? ¿Qué armas lleva? Sin juzgarlo. La justicia ya lo hizo: pagó por su crimen. Según él, no lo suficiente; Miguel siempre dice que pagó demasiado poco por cada mujer. Lo condenaron a siete años de cárcel y solo cumplió tres. Como él mismo dice, se cumplió la ley pero no la justicia. Y desde que salió de la cárcel, ha hecho de su vida un látigo contra la mafia de la trata y la prostitución. Tal como lo cuenta él, en nuestro país, la trata y la prostitución van de la mano: detrás de la voluntariedad en muchos casos hay sólo precariedad. Son uno de los mayores negocios, el segundo después de la venta de armas y ya por encima del narcotráfico. La oferta es siempre proporcional a la demanda: se sigue captando en función de la demanda.

 

CM: El trabajo sexual no siempre es sinónimo de explotación y va más allá de las redes de trata… Hay varias asociaciones de profesionales del sexo, como por ejemplo Prostitutas Indignadas, que están en contra del abolicionismo y defienden la despenalización así como sus derechos como trabajadoras sexuales.

ML: Que la prostitución en muchos casos se nutre de la trata es un hecho; sino, ¿dónde están las victimas de trata y explotación sexual? Siendo prostituidas en clubes, pisos, saunas, calle y rotondas. No podemos hablar de prostitución en general. Estos colectivos de mujeres que dicen que son libres y están encantadas con su profesión podrían darse de alta en la seguridad social como autónomas y así regularizar su situación. En España, la prostitución es alegal, nadie se lo impide, como tampoco nadie viola sus derechos puesto que lo han elegido y, según ellas, tampoco tienen chulos ni proxenetas, así que nadie les impide darse de alta en la seguridad social y cotizar como cualquier trabajador o trabajadora.

 

CM: En El proxeneta, el tratante deja de estar invisiblizado, su ausencia se hace visible. ¿Por qué este giro, este cambio de punto de vista?

ML: Después de tantos años trabajando en el tema de la trata, no había conocido nunca un tratante, un proxeneta. Cuando se habla de trata tanto en medios de comunicación como en las redes sociales siempre se pone el foco en la víctima, muchas veces incluso victimizadas, pero nunca se habla del proxeneta o el tratante, como mucho del putero o los clientes. Son la voz desconocida y ellos mismos se han ocupado en no darse visibilidad. Como dice Miguel, «darnos publicidad es malo para el negocio». Son una voz completamente ausente. Y en este libro he querido romper este silencio.

 

CM: “Hablar por” puede ser un peligro en literatura, así como en otras disciplinas como también el cine documental, una forma de condescendencia aunque bien intencionada. ¿Crees que es posible hablar de la prostitución o la trata "sin hablar por"?

ML: Cuando hablo de la trata con fines de explotación sexual, en todos los casos hablo por Yandy, Lucia o Rocío, está claro: yo no soy una víctima. Lo único es que no hablo de oídas y desde mi oficina, lo hago después de haber entrevistado a cientos de mujeres y niñas víctimas de este delito en numerosos países. En el caso concreto de la trata, las mujeres y niñas son víctimas también de exclusión social y legal. Muchas de ellas siguen con miedo y desde luego condenadas por los prejuicios de todos y el estigma de la prostituta. En el caso de El proxeneta, yo he elegido contar en primera persona su historia, poner voz al silencio de los malos, de los mafiosos. Esta voz es única e inédita y aporta una visión mucho más amplia sobre este delito que es un negocio multimillonario ahora ya por delante del narcotráfico.





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